martes, 9 de julio de 2013

#WOLFGATE





Han pasado varias jornadas desde la última publicación en este modesto blog seudo deportivo. Sin duda, varios motivos han ocasionado este obligatorio break. En efecto, mi silencio forzado era causado por el linchamiento público que un servidor ha estado recibiendo durante estos días. Siempre intento ser una persona cautelosa y prudente a la hora de comunicar y no disparar sin control, aplicándome la máxima: "Eres propietario de tu silencio y esclavo de tus palabras".

Bien aconsejado por un experto abogado de confianza como es Miquel López  y, sobre todo, muy arropado por el paciente entorno más cercano, que ha empujado con fuerza para intentar frenar la ejecución pública que sufría, he podido sobrevivir a esta situación tan peliaguda. 





Varios recursos presentados,  mucho trabajo acumulado, muchas lágrimas de impotencia, máxima confianza en el buen hacer de la justicia y, sobre todo, una clara intención de dejar claro que mi supuesta implicación en esta trama, basada en un rumor, no tenía nada que ver conmigo, han sido mis prioridades. Se ha rumoreado, difamado, dilapidado, sentenciado y juzgado sin el conocimiento real del procedimiento. No lo voy a negar, este especie de #WOLFGATE ha dolido mucho y duele, es un martirio constante. En definitiva, una gota malaya que puede dinamitar a cualquiera y que no deseo a nadie. 


No obstante, este tsunami de bilis, odio y rabia padecido ha sido una gran lección de vida, que dudo que la olvide el resto de ella. Puedo entender muchos de los sentimientos que pueden aparecer al leer una lamentable noticia sobre una de las grandes lacras del deporte como es el dopaje. Por supuesto, algunos se sienten decepcionados, otros enfadados y algunos indignados, entre otras sensaciones, que uno también ha vivido al enterarse de cualquier caso de dopaje. Seguramente me equivoque y no sea la mejor reacción pero antes de rebelarme sin control, procuro recapacitar y recordar que detrás de un deportista hay una persona y, con toda probabilidad, como deportista haya perdido toda su validez, pero creo que nadie tiene la potestad para machacar al prójimo. Os puedo asegurar que sentirse ajusticiado no es la mejor emoción que uno puede percibir y menos cuando no acabas de entender el porqué, pues por momentos parece que  muchos saben más de tu vida que tú mismo. 

Sin embargo, después de la aparición del #WOLFGATE me he dado cuenta que la wolf nation existe. Han salido de la nada un sinfín de camaradas ofreciendo todo tipo de ayuda, de soporte incondicional y de ánimo, mucho ánimo. Por supuesto, el núcleo duro más cercano ha estado más fuerte que nunca. Por aquellos que habéis arrimado el hombro en este momento tan cruel y por los que habéis dado valor a la presunción de inocencia: "¡Gracias, muchas gracias!"

Pese a todo, no se ha ganado nada, solo se ha apuntalado la primera piedra para salir de este infierno. Lamentablemente, después de sufrir esta nube tóxica, mi desconfianza y paranoia se ha multiplicado. Las heridas han sido muy profundas y, en consecuencia, el orden de prioridades de mi vida han cambiado por completo. Primero, ayudar con fuerza a mi círculo más cercano. Segundo, aplicarme al máximo en el trabajo y, tercero si queda tiempo, intentar disfrutar del deporte. Lo que sí es cierto es que un servidor se irá  desvinculando, poco a poco, del mundillo  TRI, al comprobar que detrás de este desagradable episodio   existe una clara intención de hacer mucho daño, casi irreparable.  Salud y km, Xavi.


P.d. Por cierto, nunca podré agradecer todos los mensajes de apoyo recibidos. ¡Gracias!