martes, 30 de octubre de 2012

LA GANGA




Uno no tiene remedio... Una vez más, me dejé engañar a la hora de compartir una brillante jornada de técnica y entrenamiento con todos los fenómenos de la geografía, que me ofrecen un goloso caramelo como es pasar una correría multideportiva en su territorio. 

Ni corto, ni perezoso servidor se plantó en el Baix Empordá, sinónimo de parajes espectaculares y  de propiedad exclusiva de una cuantitativa y cualitativa escuadra, como es la de Bicicletes Esteve. Un perfecto pelotón formado por ciclistas, bikers, duatletas y triatletas a los que les une su infinito cariño por las dos ruedas. Joan, el gran artífice de estos guerreros diablos rojos es todo pasión por los deportes de superación y esfuerzo, especialmente cuando toca apretar con fuerza los pedales.

En esta ocasión, fueron unos calcetines y la amistad con Josep, los que nos unieron y armaron esta emboscada empurdanesa. El bueno de Josep fue el que ideó la trampa y sus secuaces como Víctor, Maribel, Jordi o Gabi, entre otros, la causa de mi visita por esta maravillosa zona para la práctica del deporte outdoor

Después de una exquisita sesión de técnica en la piscina, ¡tocó la encerrona! Aprovechando una ínfima tregua meteorológica, los red devils y un servidor nos disfrazamos de guerreros del pedal para enfilar una de las tachuelas más famosas del Baix Empordà: ¡LA GANGA!

Como no, la excesiva testosterona, las varias semanas de descanso activo y el hecho de que a la gran mayoría nos gusta sentir esa sensación placentera que nos proporciona el sufrimiento nos condujo a convertir la tregua pactada al principio en una pseudo batalla. Por enésima ocasión, me dejé embaucar y, como siempre, comprobé la máxima que me regalaron hace unos años: "No mata la bala, mata la velocidad de la bala". Os puedo asegurar que el collado empurdanés no es una ganga, si se sube a una buena marcha cuartelera. Finalmente, después de quitar la carbonilla al motor y de una buena foto para el recuerdo, tocó disfrutar de un delicioso manjar para disfrutar de la gastronomía local y de una relajada tertulia intentando arreglar el planeta ciclista. Aunque, uno es masoca y siempre le engatusan en este tipo de acciones, servidor seguirá lamentándose durante y después de la contienda, pero os aseguro que repetiré. ¡Benditos sean estos timos!

Gracias a los diablos d'Esteve por una jornada inolvidable. Salud y kms, Xavi.