Puedo asegurar que no era la secuencia soñada la que viví el pasado fin de semana. Todo se empezó a quebrar el jueves por la tarde... Un pequeño malestar iba invadiendo mi cuerpo y las primeras alarmas se disparaban en la "torre de control". Se acercaba un órdago final en la capital catalana y debía de estar pletórico.
El primer envite fue en el "Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya", un coloquio muy interesante que reflexionaba sobre la importancia de la mente en el deporte, concretamente en el Triatlón. Fabri, "Uri" y un servidor nos soltamos en el repleto salón de conferencias. A título personal fueron unas horas muy didácticas e intensas recopilando mucha información provechosa para poder aplicar en el futuro.
Los pilotos de alarma seguían de color rojo intenso, el sistema inmunológico estaba en pie de guerra y la noche del viernes se convirtió en una horrible pesadilla. Como ironiza el amigo "Pepe": "Los aires de Barcelona no te convienen Xavi...". Quedaba poco menos de 1 día para la gran fiesta del Triatlón, para cruzar la última Meta de la temporada y los síntomas no eran los deseados.
Al celebrarse en la ciudad condal uno tiene esa ILUSIÓN para concluir el curso lo mejor posible delante de numeroso público, triatletas... que se congregan en la Mar Bella. Como cada año el cartel era espectacular y el ambiente que se vivía desde el viernes por la tarde señalaba la vitalidad del TRI. ¡Espectacular!.
Pasaban las horas e intentaba minimizar el mal estado general, muchos no daban credibilidad a mis "lloriqueos", pero mis fuerzas estaban muy justas... Llegó la cita y el centro neurálgico del evento respiraba esa atmósfera de tensión y pasión que tanto nos atrae. Todos preparados y dispuestos a luchar por el particular reto soñado...
Los augurios de mi núcleo más cercano, que me recomendaron NO salir, se cumplieron. Desde la primera brazada entré en ese estado de "querer pero no poder" y en mi mente solo se podía descifrar: "Low power". Mi ILUSIÓN me seguía mandado estímulos positivos e intenté entrar en carrera, pero después de comprobar mi miseria, decidí poner el intermitente y parar ese sufrimiento agónico. Mal sabor de boca el que tengo tras "colgarme" el cartel DNF en la clasificación final y por no cruzar el "banderazo a cuadros".
Mientras estoy pagando los daños colaterales del fin de semana capitalino, convirtiéndome en una fábrica de mocos y adquiriendo un tono de voz similar al del archiconocido Inspector Colombo.
Felicitar a los diferentes campeones de la prueba, dar mi sincera enhorabuena a todos los que consiguieron su reto y finalmente os recuerdo la moraleja: ¡LA ILUSIÓN NO CURA! y sin salud no somos nada.
Xavi