lunes, 4 de junio de 2012

DEATH BEFORE DNF

¡Por fin! Después de más de dos décadas vinculado a este maravilloso deporte, de sufrir todo tipo de situaciones, de repetir por activa y por pasiva que nunca correría un evento de Larga Distancia, ayer, "obligado" por unos cuantos que me animaron y "engañaron", hace unos dos meses, estaba en la línea de salida del EXTREME MAN Salou 226. La intención, poder decir alto y claro: "Soy un triatleta en toda regla". El sábado por la mañana compartiendo la Sailfish Swim Master Class, empezó a atacarme con fuerza un ejército de mariposas en el estómago. Los nervios me atacaban con virulencia y, aunque disimulaba exteriormente, interiormente corría un mar de dudas. Todo transcurría según el guión establecido, pero la predicción meteorológica preocupaba a todos los valientes. Curiosamente, el tiempo con su cóctel castigador de condiciones (lluvia, frío, viento, humedad, calor...) se unía con todas sus fuerzas para extremar el ambiente y poner un hándicap extra a la prueba, convirtiendo esta preciosa parte de la provincia de Tarragona en un cruel infierno para los triatletas presentes que tuvieron que soportar variaciones desde los 11 en la cima del primer puerto hasta los 32 grados de Salou. Con puntualidad británica los tres cañonazos de rigor y bajo un amenazante cielo arrancaba el desafío, comenzó la natación. El mar ya no era esa balsa de aceite soñada y las desagradables corrientes daban el primer azote. Sin duda, disfruté sin agobios del que podría tachar como trámite acuático. A partir de allí, arrancaba la auténtica esencia de la Larga Distancia. Me grabé en mi memoria estar tranquilo, paciente y alimentarme coherentemente. Entonces, apareció la tormentosa lluvia que se unió a un frío viento de cara, las piernas sufrían el primer envite y convertían el descenso del largo puerto de la Musara en una pista de hielo. La precaución invadió mi mente y recordaba constantemente las palabras del gran Clemente Alonso: "Calma, es todo muy largo". El cielo se abrió y ese congelador convirtió la tierra vinícola del Priorat en una sauna húmeda. Apareció la marinada y cambió por completo el escenario. Los casi 40kms que unían el último descenso de la zona de transición se convertían en una constante pelea contra un racheado viento. Debo reconocer que aparecieron mis primeras dudas, ya que mentalmente empezaba a estar "quemado", pero al llegar a la segunda transición y escuchar los ánimos de la gente, me reactivé completamente. Después de una transición calmosa, arranqué el último y temido sector. Tenía claro que sería duro y como me comentó Pepe: "La auténtica larga distancia empieza en el KM5 de carrera". ¡Efectivamente! Como delata la foto impuse un ritmo "tractor" que llevaba con tranquilidad y pocos problemas... Eran instantes de sufrimiento placentero... Me veía en puestos de honor y no daba crédito a tal situación, pero alrededor del KM10, sin darme cuenta, pasé de la gloria al infierno y entré en mi particular pasaje del terror. Todos aquellos miedos comentados en algunos posts anteriores me atacaban por tierra, mar y aire. No me lo podía creer, quedaban más de 20 kilómetros y me estaba arrastrando como una rata. Fueron minutos, horas de mucha tensión, de ver como mi ilusión quedaba truncada. Pero los constantes ánimos de mi familia, de Carles, Sílvia, Dani, Íngrid, Alfred, Juanan, Joan Carles, Rafa, Pau, Nico, Pau, Edu, Ariadna, Llibert el mismísimo Jaume Leiva (atleta de gran categoría)... y todos los compañeros de fatiga como Germán, Ricardo, Francisco, Josh, Chema, Xavi, Jaume, Albert, David, León... convirtieron esta horrorosa pesadilla en una atmósfera de complicidad y superación con una clara misión: ¡Llegar a Meta!. Debo reconocer que la retirada estuvo durante mucho tiempo más cerca que el deseo de ser Finisher, pero la gran ayuda de Emili y Olga, junto el contundente lema que me recordaba constantemente, de la marca número uno mundial en compresión: "DEATH BEFORE DNF", fueron los pilares para esta "victoria extrema". Finalmente, ¡lo logré!. Quizá no tuve las sensaciones deseadas, no conseguí el resultado soñado pero supe convivir encima de las ardientes brasas que me estaban incinerando. Quizá la mejor opción hubiera sido la retirada, pero me siento muy orgulloso de no caer en la tentación, de tener un grupo de amigos increíbles y unos compañeros amantes del deporte extraordinarios. Viví la dureza del deporte de Larga Distancia y comprendí la pasión que despiertan tales eventos. ¡Gracias a todos! Y enhorabuena a todos los Finishers. P.d. No hay que olvidar la labor extraordinaria del equipo organizativo (Win, BikePark, Running Solutions). ¡Felicidades! Salud y descanso, Xavi.